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“Tengo la sensación de estar inmerso en el plexo mismo de la vida, en el centro, cualquiera que sea el lugar o posición en que me sitúe o la actitud que adopte […] Sólo quienes pueden admitir la luz en sus entrañas pueden expresar lo que hay en el corazón”
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Yo no sé si tengo luz en las entrañas, de lo que estoy segura es que mis poros están receptivos, listos como agujeros llenos de dientes deseando devorar un festín. No es que esté todo el rato feliz, pero si hace ya un tiempo largo que me siento tremendamente abierta a esta sublimación constante que es tener dos piernas, dos brazos, un torso, una boca que habla, y que besa, y que ríe; unas manos que tocan.
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Hay vidas más o mensos fáciles; yo no creo que la mía haya sido especialmente sencilla, pero si me doy cuenta de que cuantos más años pasan, más irrelevante me parece todo lo que no tenga que ver con la abstracción de estar viva. El grandísimo milagro que significa existir. Cada vez me dan más igual las cosas por las que veo a los demás tan preocupados y supongo que eso, en parte, me aísla del mundo que me rodea. “Incluso cuando el mundo va camino de su destrucción, hay un hombre que permanece en el centro, que queda fijo y anclado más sólidamente, más centrifugo, conforme se acelera el proceso de disolución”.
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Me pregunto también si en esta bella inercia se oculta algo. Unos perros de Tíndalos, babeantes y rabiosos, monstruos que me espían desde algún ángulo muerto que soy incapaz de racionalizar. Pero parece que no. Parece que tantos años en terapia y tanto tiempo empleado en perderle el miedo a la gran incertidumbre que es estar vivo al final sirven para algo. Para esto. Lo cual me hace pensar que a lo mejor la respuesta a la gran pregunta que todos nos hacemos -¿Cómo ser feliz?- sea simple y llanamente (re)aprender a ser, volver al palpitar primigenio, desechar las certezas, no buscar justificaciones, trascender todo lo que no sea el aquí y ahora.
. Y bueno, qué puedo decir. Aquí estamos, un 3 de Mayo cualquiera ¿Qué tal vosotrxs? ¿Cómo estáis? ¿Alguien más en la sala que quiera compartir su receta para ser feliz? También podemos hablar de gatitos. Vuelvo a encerrarme en la cueva. Os leo. Os quiero
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Yo no sé si tengo luz en las entrañas, de lo que estoy segura es que mis poros están receptivos, listos como agujeros llenos de dientes deseando devorar un festín. No es que esté todo el rato feliz, pero si hace ya un tiempo largo que me siento tremendamente abierta a esta sublimación constante que es tener dos piernas, dos brazos, un torso, una boca que habla, y que besa, y que ríe; unas manos que tocan.
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Hay vidas más o mensos fáciles; yo no creo que la mía haya sido especialmente sencilla, pero si me doy cuenta de que cuantos más años pasan, más irrelevante me parece todo lo que no tenga que ver con la abstracción de estar viva. El grandísimo milagro que significa existir. Cada vez me dan más igual las cosas por las que veo a los demás tan preocupados y supongo que eso, en parte, me aísla del mundo que me rodea. “Incluso cuando el mundo va camino de su destrucción, hay un hombre que permanece en el centro, que queda fijo y anclado más sólidamente, más centrifugo, conforme se acelera el proceso de disolución”.
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Me pregunto también si en esta bella inercia se oculta algo. Unos perros de Tíndalos, babeantes y rabiosos, monstruos que me espían desde algún ángulo muerto que soy incapaz de racionalizar. Pero parece que no. Parece que tantos años en terapia y tanto tiempo empleado en perderle el miedo a la gran incertidumbre que es estar vivo al final sirven para algo. Para esto. Lo cual me hace pensar que a lo mejor la respuesta a la gran pregunta que todos nos hacemos -¿Cómo ser feliz?- sea simple y llanamente (re)aprender a ser, volver al palpitar primigenio, desechar las certezas, no buscar justificaciones, trascender todo lo que no sea el aquí y ahora.
. Y bueno, qué puedo decir. Aquí estamos, un 3 de Mayo cualquiera ¿Qué tal vosotrxs? ¿Cómo estáis? ¿Alguien más en la sala que quiera compartir su receta para ser feliz? También podemos hablar de gatitos. Vuelvo a encerrarme en la cueva. Os leo. Os quiero
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